Qué es la predicción estacional y qué nos puede decir sobre el Otoño

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Super lunes, super martes y super mes. Para la mayoría de las personas, marzo significa el adiós a las vacaciones de verano y la vuelta al trabajo, el colegio y más. Para los meteorólogos y climatológicos es un momento crítico: literalmente llueven las consultas y preguntas sobre cómo se viene el año y qué esperar los próximos meses. Por ahora, tenemos algunas herramientas para predecir lo que se viene en el trimestre de Otoño, ¿qué sucederá? Te invitamos a leer nuestra publicación.

La ansiedad de las personas tiene justificación. El 2018 se consagró como el noveno año consecutivo con déficit de lluvia, siendo parte de la mega-sequía que afecta a buena parte del país. Literalmente hay una generación completa de nuevos chilenos que han vivido la sequía casi como algo normal, especialmente en la zona central del país.

Pero, ¿qué podemos decir los meteorológos del otoño, si nuestros pronósticos solo llegan hasta 5 o 7 días como máximo?. Aquí aparece una herramienta que poco a poco ha ido tomando gran relevancia en nuestro país: la predicción estacional.

Es importante mencionar que los meteorólogos trabajamos en tres áreas de predicción diferentes: el pronóstico del tiempo, o de corto plazo, que pronostica de 1 a 7 días, el pronóstico subestacional (2 semanas a 2 meses) y el pronóstico estacional (3 a 6 meses). Es bien conocido que los meteorólogos pronosticamos a corto plazo con gran habilidad, así como también hay aplicaciones web y de celular basada en modelos numéricos que nos dan una buena aproximación de lo que se viene el próximo par de días. Así, podemos saber desde cómo ir vestidos al trabajo, hasta en qué momento de la semana es mejor realizar una actividad agrícola, entre otros.

Pero más allá de una semana, los pronósticos se vuelven realmente malos. No podemos hacer un pronóstico que diga algo así cómo “entre el 3 y 7 de junio, un temporal dejará 40 mm en Santiago y 100 mm en Concepción” con tantas semanas y/o meses de anticipación. Gráficamente, la figura inferior muestra estas diferentes escalas temporales del pronóstico y cuáles son mejores.

Los pronósticos del tiempo son excelentes los primeros días y se vuelven inútiles más allá de 20 días. Los pronósticos estacionales tienen una caida en la habilidad que es menor, pero poseen rangos regulares a bueno.

Estando ciegos – por ahora – al caótico comportamiento diario del tiempo con este nivel de premura, hay algo que sí se puede saber: el tiempo medio de los próximos meses.

A través de la predicción estacional, se puede saber con un cierto grado de confianza si se tendrán temperaturas más altas o más bajas de lo normal, así como también si lloverá más o menos de lo usual en el trimestre. Esto significa que los pronósticos hacen siempre referencia al estado “normal” o medio de la variable. 

Por ejemplo, en el trimestre de Otoño llueven entre 52 y 77 mm en Santiago, por lo tanto cuando hablemos de “normal” se hará referencia a ese rango particular. Este rango va cambiando de acuerdo al trimestre, época del año, a la zona y la región del país (puedes ver aquí cada ciudad).

Los forzantes de la predicción estacional

¿En qué se basa esta predicción?. Primero, en la escala de uno o varios meses los eventos particulares de lluvia o temperatura, aunque son muy importantes, dejan de tener relevancia y solo nos concentramos en la suma total de ellos, olvidándonos del dolor de cabeza que significaría intentar predecir evento por evento. Nos enfocamos en el total de estos eventos.

No solo influyen en nuestro país, si no que también influyen entre ellas.

La segunda base del pronóstico estacional está en que ese total de eventos está muy bien modulado o forzado por variables conocidas: en la figura inferior vemos a los responsables más importantes en los cambios del clima en la escala estacional. Ya sea El Niño o La Niña, algunas oscilaciones tropicales (como Madden-Julian) o polares (Oscilación Antártica), las tendencias o el cambio climático y la variabilidad natural, juegan un rol relevante en influir cómo será un trimestre en particular. 

La tercera base importante del pronóstico estacional está en que los modelos meteorológicos que utilizamos sean capaces de prever con cierto grado de confianza lo que les va a pasar a las forzantes en el futuro cercano. Un buen pronóstico de estas forzantes será, a su vez, un buen pronóstico de sus consecuencias. Debido a que el océano es el gran controlador del clima del mundo, y gracias a que cambia “lentamente” (o mucho más lento que la atmósfera), nos da un tiempo de respuesta aceptable para predecir qué es lo que se viene durante los próximos meses.

Tomemos un ejemplo clásico: Si es que el área en dónde se monitorea El Niño está más fría de lo normal en pleno otoño (es decir, estamos ante un evento de La Niña), esto producirá cambios en el tiempo atmosférico con menos sistemas frontales llegando a Chile Central. La suma de pocos sistemas frontales, da como resultado menos precipitación de lo esperado para esa época, aún cuando no tenemos idea la fecha exacta de cada uno de esos eventos. Lo opuesto pasa cuando hay un evento de El Niño.

Y así, sabiendo cómo estará El Niño/La Niña en un trimestre específico, podemos saber con cierto grado de seguridad cómo se viene esa época del año. ¡Increible!, ¿no? 

Representación esquemática del efecto de La Niña en Chile. En realidad, el mecanismo físico detrás de esta teleconexión es bastante más complejo y para saber qué pasa pueden revisar nuestra publicación de La Niña –> http://blog.meteochile.gob.cl/2018/02/07/la-nina-y-sus-poderes/

No tan rápido cerebritos. Hay otros factores muy relevantes intentando ganarle la batalla de influencia a El Niño o La Niña o a veces, sumando fuerzas. Uno de los ejemplos más notables ocurrió el año 2015.

En marzo de ese año, un gran evento de El Niño estaba en desarrollo (el famoso Niño “Godzilla”). La literatura clásica nos dice que El Niño incide en más tormentas y lluvias en Chile Central. Por lo tanto, tras 5 años de sequía intensa, muchos presagiaron un lluvioso invierno.

A pesar de la presencia de un gran evento de El Niño, las esperanzas se desmoronaron rápidamente cuando el mes de junio, uno de los meses centrales del invierno, no cayó una sola gota en Santiago y apenas se registraron 30 mm en Concepción. Las lluvias solo llegaron en relativa abundancia hacia fines de invierno y parcialmente en primavera. ¿Qué fue lo que falló en esta clásica relación Niño y más lluvias?

En los últimos años los meteorólogos y climatólogos se han estado quemando las pestañas para intentar encontrar una respuesta. Hay varios potenciales culpables, como el cambio climático, así como también la interferencia de otras cuencas oceánicas y una especie de “pérdida” de relación entre El Niño y la circulación atmosférica. Todo esto es un aprendizaje para no considerar las variaciones del ciclo de El Niño como única causante de lo que sucede en nuestro país.

La predicción para el Otoño 2019

¿Cómo mezclar a todos estos responsables del cambio en el clima de escala estacional? El pronóstico de consenso creado en la Dirección Meteorológica de Chile, combina diferentes herramientas disponibles en cuanto a modelos dinámicos y estadísticos de predicción. De esta forma, nace un único pronóstico que combina todas las influencias mencionadas anteriormente.

Para el otoño que ya estamos viviendo, podemos separar el pronóstico de consenso en dos: las zonas del país donde el pronóstico es “más seguro” de una condición absoluta (ya sea seco, normal o lluvioso) y otras zonas donde el pronóstico tiene mas incertidumbre. Veamos el primer caso.

La mayoría de los modelos utilizados coinciden en una condición seca absoluta entre la Región del Maule y la Región de La Araucanía. En ese sentido, tal como se ve en la figura, deberíamos esperar que precipiten menos de 88 mm en Talca y menos de 204 mm en Concepción. Parecen montos grandes, ¿cierto?. Pero la verdad es que en ambas ciudades, los rangos normales del trimestre de otoño recién parten en esos montos. En este caso, toda esta área debería registrar precipitaciones que en la suma total, sean menores a lo que uno espera normalmente.

Todo lo contrario sucedería en la Región de Coquimbo, en donde los modelos coinciden en su mayoría en presentar un trimestre de otoño más lluvioso de lo normal. Debido a que esta zona recibe naturalmente menos lluvia que más al sur, los montos son menores pero no dejan de ser importantes: podría llover más de 37 mm en Illapel, por ejemplo. Hacia la Región de Aysén y Magallanes, hay algunas zonas en donde el pronóstico es igual de categórico en una situación lluviosa, como en Balmaceda, Cochrane y Porvenir.

Las áreas de transición entre estas zonas de categoría absolutas sufren de un mayor grado incertidumbre. En palabras simples, los modelos no coincideron de manera tan robusta en un único resultado y no podemos elegir, de manera categórica, una u otra opción. ¿Qué zonas quedan en la incerteza?. Casi toda la Región de Valparaíso tiene tantas chances de registrar un otoño normal como un otoño lluvioso. Lo mismo pasa en Coyhaique y Punta Arenas, tal como se ve en la siguiente figura.

Entre la Región Metropolitana y la de O’Higgins, así como también en Los Ríos y Los Lagos, hay una tendencia de los modelos en coincidir en condiciones normales o más secas de lo normal. En palabras más simples, Santiago podría registrar menos de 77 mm en el otoño y en Valdivia menos de 494 mm.

Tal como pudieron apreciar en esta publicación, para crear este pronóstico estacional se requiere de una metodología robusta y de muchas consideraciones especiales. Debido a esto, los pronósticos estacionales tienen un grado de confiabilidad medio todavía, a diferencia del pronóstico de muy corto plazo que posee una confiabilidad alta. Es tarea de los meteorólogos y climatólogos de Chile y del Mundo seguir avanzando en mejorar las perspectiva y proyecciones estacionales. Desde la Dirección Meteorológica de Chile, estamos trabajando intensamente en esto.

 

Escrito por: José Vicencio. Editado por: Catalina Cortés y Manuel Olivares.

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