Especial de Halloween IV: Antártica del Terror

¿Te has fijado que, en las historias de terror, los momentos más escalofriantes ocurren en lugares solitarios, fríos y oscuros?, donde el silencio se siente casi vivo. ¡Pues bien! esa atmósfera existe realmente…y se encuentra en la Antártica, por lo que será la protagonista de este nuevo capítulo del “Especial de Halloween” 🎃. ¡Acompáñanos si te atreves!

La vida en la Antártica resulta fascinante en muchos sentidos. Es un territorio de acceso difícil, su geografía montañosa resalta en compañía de bellos glaciares, tiene una flora y fauna única, como también las condiciones climáticas pueden llegar a ser muy extremas, sobre todo en invierno, temporada donde las condiciones climáticas se vuelven aún más severas: el aislamiento aumenta, el silencio y la soledad se intensifican, y las horas de luz disminuyen hasta casi desaparecer. Esto permite que se cumplan varios de los elementos clásicos que componen una buena historia de terror, creando escenarios espeluznantes, por lo que se recomienda que las expediciones y desplazamientos dentro o fuera de las bases se realicen siempre en grupos, ya que nunca sabes qué podría pasar si estás solo, en un vacío tan absoluto que podría hacerte dudar de tu propia existencia, o sentir que el viento te envuelve, susurrando tu nombre 👻. Por esto es que te llevaremos al fin del mundo, no solo para morir de frío, sino que también de muuuuuucho mieeedoooo…

A continuación, te relatamos algunos hechos que han sucedido en la Antártica y que sin duda ¡te pondrán los pelos de punta!

Un cuerpo congelado por más de 60 años

Corría el mes de enero del presente año, cuando un equipo de la base polaca Henryk Arctowski se adentró en el silencio espectral de la Antártica. No buscaban vida; quizás solo explorar. Lo que hallaron, sin embargo, fue una escena desconcertante. Entre el hielo de un glaciar brillaban… huesos. No eran de foca. No eran de pingüino. Eran restos blanquecinos y terriblemente humanos hallados en la Isla Rey Jorge, lugar donde se ubica el Centro Meteorológico Regional Antártico de Chile 😱.

Dennis Bell, quien tenía una admiración por los perros de raza husky.

Se trataba de los restos de Dennis Bell, un meteorólogo británico que había desaparecido el 26 de julio de 1959, luego de realizar una expedición en pleno invierno, periodo en que la Antártica se vuelve una bestia implacable. La expedición era apoyada por perros que jalaban trineos para desplazarse hacia un glaciar. Se dice que, en un momento, Dennis se detuvo a verificar que los perros pudieran avanzar sin dificutad. Fue entonces cuando, ante la mirada atónita de sus compañeros, su cuerpo desapareció de repente, tragado por una grieta en el hielo. Hubo intentos de rescate con una cuerda -quizás dándole una última chispa de esperanza-, pero esta se cortó y cayo al vacío.  Sus ojos, en el último instante, debieron contemplar el abismo helado y oscuro, o el azul aterrador que bajaba hasta la nada.

Las recientes altas temperaturas, exacerbadas por el calentamiento global y otros factores, han causado un deshielo significativo que, después de más de sesenta años, sacó a la superficie los restos congelados de Dennis en un gran trozo de hielo, junto con pertenencias como su reloj, radio y pipa. Era como si el tiempo hubiera quedado detenido en ese instante, congelando también la memoria de aquel trágico suceso. Este fenómeno es consistente con el aumento de la temperatura del planeta, ejemplificado por el récord histórico de 13° registrado en la Base Arturo Prat el 9 de febrero de 2020.

¿Habrá estado consciente mientras su cuerpo comenzaba a congelarse? ¿Podrían los deshielos de la Antártica revelar más hallazgos sorprendentes en el futuro? ¿Qué otros secretos podrían emerger de la superficie helada? Sin duda, que esta historia no sólo nos deja pensando en el trágico destino de Dennis, sino que deja abierta más preguntas que respuestas recordándonos lo implacable y misterioso que puede ser el continente blanco.

La herida abierta de la Antártica🩸

En este rincón del planeta, en donde la paleta cromática se reduce al blanco de la nieve, los tonos oscuros de las rocas y el azul del mar, existe una anomalía que desafía la razón: un flujo rojo corriendo como sangre, que a primera vista te hace pensar en cosas sobrenaturales, como si fuera una herida abierta en el corazón de la Antártica. Le dicen “Cascada de Sangre”, y ocurre en el Glaciar Taylor, el cual se ubica en los Valles Secos de McMurdo, cerca del mar de Ross, siendo un misterio por casi 100 años.

Cascadas de Sangre en Antártica.

¿Es realmente sangre de las entrañas de la Antártica? No, es agua de mar proveniente desde las profundidades del glaciar, la que ha estado congelada por más de 1 millón de años. Al ser originalmente salada, su punto de congelación es mucho más bajo que la temperatura promedio del entorno, que suele estar cerca de los -17°C, permitiendo que esta agua subterránea se encuentre en estado líquido, lo que da lugar a un flujo continuo. Mientras que el color rojo arterial se debe al contenido de hierro en ella, el que al entrar en contacto con el oxígeno del aire se oxida, adquiriendo esa tonalidad rojiza que tiñe el blanco impoluto del hielo, creando así un contraste violento. Este fenómeno se vuelve el más inquietante recordatorio de que bajo el silencio glaciar, hay profundidades oscuras que aún pulsan con una vida misteriosa y una química brutal.

Psicosis Blanca

El continente blanco no sólo pone a prueba la resistencia humana: la devora. Está claro que durante el invierno las bases antárticas se transforman, con vidas atrapadas entre el hielo y la soledad. Debido a las condiciones climáticas, las personas usualmente se planifican para llegar en periodo de verano, para luego quedar atrapados por el frío todo un año en el mismo lugar. Pero allí, el encierro no es solo físico: es también mental.

Es de esperarse que la rutina se vuelva un bucle interminable, las caras son siempre las mismas y el espacio cada vez se percibe más pequeño, como si las paredes avanzaran asfixiando el ambiente. Aunque las dotaciones son rigurosamente seleccionadas y evaluadas psicológicamente, nadie puede asegurar cómo reaccionará el cerebro humano y que monstruo se puede liberar cuando el tiempo parece detenerse.

En marzo de 2025, una base científica sudafricana se convirtió en el escenario de un inquietante colapso. Sin previo aviso, uno de sus integrantes, comenzó a comportarse de manera extraña, dejó de ser la persona que conocían y empezó a mostrar signos de inestabilidad y violencia, desatando el temor entre sus compañeros. Amenazas y ataques físicos rompieron la rutina.

Desesperados, los demás integrantes enviaron un llamado de auxilio, un “aullido desesperado”, que se perdió entre el viento y el hielo. Conscientes de que ningún avión podría llegar a tiempo debido al difícil acceso por estar ubicados al lado de un acantilado. Estaban solos. Durante días, el silencio del continente se mezcló con el temor de quienes quedaron encerrados con él. Hasta hoy, no todos están dispuestos a contar lo que realmente ocurrió en aquella base.🫢

Un thriller de nunca acabar

La Antártica es un lugar de belleza sublime y terror implacable, donde la supervivencia se reduce a una prueba psicológica de resistencia. El visitante aprende a admirar la pureza del paisaje, sintiéndose diminuto ante una naturaleza que, si bien ofrece una calma preciosa, tiene una fragilidad latente. Cuando esa calma se quiebra, las bases se transforman en lugares sitiados por la tormenta.

El verdadero horror reside en el viento. Con ráfagas que pueden superar fácilmente los 120 km/h, el aire se vuelve una entidad asediante, un gemido espectral que parece traer los lamentos de los que perecieron afuera. Los edificios tiemblan, la visibilidad se anula por los remolinos de nieve, las puertas se congelan bloqueando la huida, y las comunicaciones se cortan. El encierro que provocan estas tempestades pueden durar hasta semanas, forzando a los individuos a enfrentar el desafío más grande de la Antártica, que no es el frío, sino que resistirse a sí mismos.

Por otra parte, la noche en la Antártica también guarda sus propios enigmas. Bajo cielos despejados y sin contaminación, la Vía Láctea se despliega majestuosa, pudiendo avistar a los satélites cruzar lentamente, como diminutos faros. Pero no todos los destellos que se observan tienen una explicación sencilla: algunos aseguran haber visto destellos y luces erráticas que se mueven sin lógica y desaparecen sin dejar rastro…- como si algo —o alguien— más habitara el continente blanco.👽

La sensación de lo inexplicable alcanza su punto máximo cuando ocurre un fenómeno cósmico. Así fue el 4 de diciembre de 2021, durante el eclipse solar que cubrió por completo el cielo antártico. Según antiguas creencias, estos eventos abren portales que confunden los límites entre la vida y la muerte. Durante los escasos minutos de oscuridad total, el día y la noche se fusionaron, la luz adquirió un tono irreal y la temperatura descendió abruptamente 6 grados. En esa quietud sobrecogedora, donde los vientos se mantuvieron en calma, solo quedó un frío inmóvil y la inquietante sensación de que algo desconocido, quizás de otro lado, había cruzado al mundo de los vivos.

Después de todos estos relatos, dignos de Stephen King, cabe mencionar que no todo en la Antártica inspira temor. El continente blanco ofrece una belleza incomparable, imposible de hallar en otro rincón del planeta: atardeceres rosados que incendian el hielo, montañas cubiertas de nieve que relucen como cristal y un silencio tan profundo que, al cesar el viento, deja oír el canto de las aves —los pingüinos entre ellas— y el eco lejano de las focas, e incluso, con un poco de suerte, el susurro majestuoso de las ballenas.

Fotografías tomadas por la meteoróloga Pabla Quintana.

Esperamos que te haya gustado este nuevo capítulo del “Especial de Halloween”, y recuerda: no todos los sustos vienen del más allá… algunos vienen de más al sur.

 

Escrito por: Pabla Quintana Tapia. Editor: Manuel Olivares Vasconcelo. Periodista: Paz Galindo Navarro.

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