La Niña Consentida

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Niña, déjame que te llame La consentida ♫ ♪… aunque por ahora no has conseguido todo con tus porfías; ¿llegarás o no famosa pequeña?. Aquí les actualizamos el estado de La Niña y un poco más.

¡Ni que estuvieran todo el año tratando de sacarla a bailar!, pero es que el 2024 se ha visto marcado por un incesante “que sí, que no” de La Niña. A pesar de su esperada llegada para este segundo semestre, ya estamos en septiembre y aún no hay total claridad de que sea el patrón climático modulador de los próximos meses, manteniéndose por ahora una condición neutral o de transición.

Sin embargo, se estima que a partir de octubre aumentan las probabilidades de que La Niña se establezca de manera prolongada, superando la posibilidad de un estado neutro. Por otra parte, la probabilidad de que se presente su opuesto, El Niño, es muy baja; de hecho, hasta marzo de 2025 no supera el 10%, tal y como se observa en la siguiente imagen.

Probabilidad de Pronóstico de El Niño/ La Niña (Pronóstico Estacional SON 2024 presentado por Of. Servicios Climáticos), Fuente: IRI-Columbia.

Recordemos que los fenómenos de El Niño/La Niña están relacionados con la variación de la temperatura superficial del mar (TSM) en la zona del Pacífico Ecuatorial, lo cual tiene ciertas repercusiones para nuestro país. Más información, échale un vistazo a esta publicación.

¿Pero sabías que últimamente no toda la atención ha estado centrada en la llegada o no de esta niña consentida? Hace un tiempo, un estudio publicado en Journal of Geophysical Research: Oceans, ha descubierto la existencia de otro fenómeno capaz de influir en la meteorología, no sólo de Chile, sino que de todo el hemisferio sur.

Un nuevo patrón climático para el hemisferio sur, ¡Uyuuui!

Estamos hablando del patrón de onda 4 o W4, el cual, al igual que El Niño/La Niña, se relaciona con la variabilidad de la TSM en el hemisferio sur, pudiendo influir en la variabilidad de las precipitaciones en Sudamérica, siendo bautizado como el “Nuevo El Niño”

Pero miren miren cómo le hace ♪. El patrón W4 se inicia con un calentamiento anómalo de la superficie del mar cerca de Nueva Zelanda y Australia (Pacífico Subtropical Suroeste), generando una actividad convectiva intensa en la zona. Dicha condición impulsa la formación de ondas de Rossby en la atmósfera (por si no las recuerdas, acá una breve descripción), las cuales se propagan hacia el Este en el hemisferio sur guiadas por el flujo de vientos del Oeste, provocando un efecto ondulatorio en la atmósfera que se traduce en cambios de presión y viento. 

Estas ondulaciones conforman el patrón W4, lo que provoca variaciones de temperatura en el océano debido a su interacción con la atmósfera. Esto a su vez, genera que la capa de mezcla oceánica aumente o disminuya alternadamente. De esta manera, se forman cuatro zonas sobre el mar con anomalías positivas de TSM (más cálidas) y otras cuatro zonas con anomalías negativas (más frías) sobre latitudes medias del hemisferio sur, impulsando la formación de zonas de altas y bajas presiones en la atmósfera, siendo estas últimas las que favorecen la generación de precipitaciones. Este mecanismo está representado por la siguiente figura:

Esquema adaptado de Senapati et al., 2024.

Aunque los mecanismos involucrados en la generación de la onda 4 aún no se comprenden en su totalidad, conocer este patrón es fundamental para mejorar las predicciones climáticas y meteorológicas, por lo que seguiremos atentos a más información sobre el tema.

Para despedirnos, levantamos nuestra copa, nos veremos pa’ la otra, y decimos sin pausa:

¡Brindo por la ciencia y por la meteorología!

Con tanto Niño y Niña, esto ya parece una guardería.

Y por este nuevo patrón de onda 4,

cuidado con los terremotos,

¡que no sean más de cuatro!.

 

Escrito por: Pabla Quintana. Editado por:  Manuel Olivares. Periodista: Paz Galindo. 

Información utilizada en esta publicación

  • Senapati, B., Morioka, Y., Behera, S. K., & Dash, M. K. (2024). Southern hemisphere circumpolar wavenumber‐4 pattern simulated in SINTEX‐F2 coupled model. Journal of Geophysical Research: Oceans, 129(7).

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