Una enemiga de la agricultura: las heladas tardías

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Imagina esta situación: termina el invierno, comienzan las semanas de sol, los árboles frutales empiezan a florecer, los días son más largos y cálidos; todo parece anunciar una temporada prometedora, ya que los campos se llenan de vida. Pero de pronto, una noche gélida desploma los termómetros, y lo que parecía primavera se convierte en un invierno disfrazado. El resultado: una helada tardía.

Cuando la primavera se disfraza de invierno

Recordemos que una helada ocurre cuando la temperatura desciende a 0°C o menos durante la noche o madrugada (te recomendamos revisar este artículo sobre las heladas), pero cuando estas ocurren en una época del año posterior al invierno se les llama helada tardía, ya que las condiciones meteorológicas aún permiten que se formen. A diferencia de las heladas típicas del invierno, estas llegan cuando las plantas ya están activas, en plena floración o incluso dando fruto, lo que las vuelve especialmente dañinas para la agricultura: una sola noche con temperaturas bajo cero basta para arruinar toda una cosecha, y consigo meses de trabajo en el campo.

Los daños van desde la afectación del crecimiento, la producción y la calidad de las cosechas, tales como la quemadura y necrosis de las hojas, la caída prematura de flores que impide la formación de frutos, hasta el daño a los brotes jóvenes que retrasa el desarrollo de la planta, e incluso la muerte de tejidos sensibles, lo que reduce considerablemente la cantidad y calidad de la cosecha.

Antes podíamos anticipar su llegada, pero en las últimas décadas el ritmo natural de las estaciones del año se ha visto alterado por diversos cambios en el sistema climático, y cada vez es más recurrente que el brote de los cultivos se adelante a su temporada usual, debido a temperaturas anormalmente altas durante los meses de invierno. Este fenómeno tiene un nombre y apellido -desincronización estacional-, que altera la estabilidad de los ciclos agrícolas a nivel global. Es como si el calendario natural se hubiera “desajustado”, y el problema es que la naturaleza no cuenta con un botón de “restaurar configuración de fábrica” como los dispositivos electrónicos.

Del problema a la acción: ¿cómo enfrentarlas?

Aunque a veces no se pueden evitar, hay varias estrategias que ayudan a reducir el daño causado por las heladas tardías. Una práctica común es cubrir las plantas con mantas térmicas, plástico o telas especiales durante las noches frías, lo que ayuda a mantener el calor cerca del suelo. Otra técnica es el riego por aspersión, ya que el agua al congelarse libera calor, protegiendo los tejidos vegetales. En cultivos más delicados o en invernaderos se utilizan sistemas de calefacción para mantener temperaturas adecuadas, mientras que en áreas propensas a acumulación de aire frío los ventiladores pueden ayudar a dispersarlo y evitar su concentración. Además, elegir variedades de cultivo más resistentes al frío y ajustar las fechas de siembra para que las etapas críticas no coincidan con períodos de riesgo, son estrategias claves para reducir el impacto de las heladas.

En tanto, que los pronósticos meteorológicos también pueden ser utilizados como una herramienta para que los agricultores protejan sus cultivos frente a este enemigo tan temido. Aquí es donde MeteoChile juega un rol fundamental, ya que gracias a estas predicciones los agricultores pueden anticiparse a esas noches frías que dañan flores, brotes y frutos pequeños; tomando medidas a tiempo para reducir los impactos y proteger su producción.

Transformando el frío en oportunidad

El cambio climático nos invita a replantear la relación con la naturaleza desde la innovación, ya que este tipo de heladas son un síntoma de un sistema que está cambiando, pero también son una oportunidad para repensar cómo cultivamos, cómo protegemos y cómo nos anticipamos al futuro.

Las heladas tardías son un fenómeno que seguirá ocurriendo y que afecta directamente al sector silvoagropecuario del país; sin embargo, con conocimiento, prevención y trabajo colaborativo, es posible reducir sus impactos y construir una agricultura más resiliente.

Y tú, ¿Qué opinas?, ¿Estamos preparados para asumir ese desafío?

 

Escrito por: Consuelo González Cornejo. Editado por: Juan Crespo Fuentes y Francisca Mendoza. Periodista: Paz Galindo Navarro.

 

Bibliografía:

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