Invocando la lluvia: ¿es posible hacer llover?

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Aunque suene a ciencia ficción, el eterno deseo del ser humano por influir en el futuro lo ha llevado a encontrar en la meteorología un campo de especial interés. Allí, la siembra de nubes aparece como uno de los métodos más reconocidos y antiguos, cuyo principal objetivo busca aumentar la precipitación. ¿Te imaginas poder controlar la lluvia? ¿Será este método la solución a la escasez de agua?

Este tipo de actividades que buscan modificar las condiciones atmosféricas generalmente reaparecen y toman fuerza bajo escenarios de necesidad desesperada, como lo es la disponibilidad de agua.

Vincent J. Schaefer en el laboratorio de investigación de General Electric, en Schenectady, Nueva York (EEUU), creando una nube artificial en un recipiente de cristal. Fuente: MiSci (Museum of Innovation and Science, Estados Unidos).

La técnica de siembra de nubes se conoce desde hace más de 60 años, comenzando posterior a los descubrimientos de Schaefer en 1946 y Vonnegut en 1947, que encontraron formas de transformar agua sobreenfriada -agua en estado líquido en temperaturas bajo los 0°C- en cristales de hielo, utilizando, en el caso de Schaefer, hielo seco y en el de Vonnegut, Yoduro de Plata. Con estos nuevos conocimientos, Schaefer realizó el primer intento de modificar las nubes a través de la siembra, liberando hielo seco desde un avión en el norte de Nueva York el 13 de noviembre de 1946. Posteriormente se le adjudicó la ocurrencia de nevadas cerca de Monte Greylock en el oeste de Massachusetts, Estados Unidos.

Es importante tener en claro que la llamada “siembra de nubes” es una técnica pensada para inducir lluvia, pero no para aumentar la humedad -agua- ya disponible en la atmósfera, con el fin de potenciar el proceso natural, pudiendo aumentar la precipitación en nubes que ya la están generando o que están a punto de hacerlo. Por lo tanto, no puede utilizarse para formar nuevas nubes ni transformar nubes que no producen este tipo de fenómenos en unas que sí lo hagan.

A lo largo de los años, la forma más frecuente de hacerlo ha sido utilizando Yoduro de Plata (AgI), un compuesto químico sintético inofensivo, el cual tiene una estructura similar a los cristales de hielo, lo que hace que funcione fácilmente como un núcleo de condensación. De esta forma, alrededor de estas partículas se va adhiriendo el vapor de agua o el agua sobreenfriada, aumentando de tamaño rápidamente, facilitando la posterior ocurrencia de lluvia y/o nevadas. En estado natural, ese rol lo cumplen pequeñas partículas sólidas que se encuentran suspendidas en la atmósfera, como polvo, polen o sales.

Esta técnica se realiza principalmente de dos formas. La más conocida es a través de la utilización de aviones, los cuales inyectan cristales de AgI directamente en la nube. Mientras que el otro método utiliza generadores terrestres, los que queman el AgI a altas temperaturas, que en conjunto con la presencia de corrientes ascendentes, favorecen el ascenso de estos cristales para que así la mayoría logre ingresar a la nube, pudiendo quedar algunos fuera de esta.

Para que la estimulación de la precipitación sea efectiva, no solo es necesario liberar AgI, sino que se necesitan ciertos requisitos, como nubes super frías, alta humedad y una escasez de núcleos de condensación. Si estos no se cumplen, la siembra no tendrá ningún efecto. De hecho, aumentar los núcleos de condensación no asegura la posterior ocurrencia de precipitación; por el contrario, en una situación en donde estos abundan, podría tener el efecto inverso, debido a que el vapor de agua presente se repartiría en más núcleos, formándose gotas o cristales más pequeños, por lo que no  precipitaría. Tomando este último mecanismo, la siembra de nubes también ha sido utilizada para suprimir o reducir el tamaño de granizos, en zonas donde logran ser muy dañinos, como en Argentina.

Otro aspecto a considerar, es que el porcentaje o fracción de precipitación atribuible a esta técnica puede ser pequeño, o incluso incierto, debido a lo complejo que es comprobar si el agua acumulada se generó efectivamente por la siembra de nubes. Aún así, la OMM en su búsqueda de posibles métodos de mitigación de la escasez hídrica, apoya esta tecnología, indicando que en condiciones óptimas se podría alcanzar un aumento del 25% en las precipitaciones. Sin embargo, la mayoría de las campañas realizadas alrededor del mundo arrojan resultados que han sido poco concluyentes, o con variaciones muy pequeñas, como lo fue en el caso de Israel, donde el porcentaje atribuido a este mecanismo fue de tan solo un 1.8%, como  si en un evento de precipitación cayeran 100 mm, 1.8 mm habrían sido gracias a la enorme inversión detrás de esta. Igualmente algunos sugieren efectos positivos a largo plazo. 

Explorando la siembra de nubes alrededor del mundo

Los problemas asociados a la disponibilidad de agua existen a nivel global, por lo que los esfuerzos para buscar una solución también. A continuación te dejamos algunos casos:

China: Un gigante en la siembra
China lidera el camino con uno de los programas de siembra de nubes más ambiciosos del mundo, teniendo objetivos muy variados, que van desde aumentar las lluvias en regiones áridas hasta reducir granizos. ¡Incluso han utilizado la siembra para asegurar cielos despejados en eventos importantes! como los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008.

Estados Unidos: Pioneros en la investigación
Estados Unidos fue uno de los primeros en investigar la siembra de nubes después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, varios estados del Oeste, como Colorado y California, tienen programas activos para aumentar la nieve en las montañas y asegurar el suministro de agua. La cuenca del Río Colorado, crucial para el país, también busca ser beneficiada con estos esfuerzos.

Australia: Resultados prometedores en Tasmania
Australia comenzó a experimentar con la siembra de nubes a finales de la década de 1940. Un estudio en Tasmania mostró resultados significativos en el aumento de las lluvias en la zona, llegando a aportar hasta un 30%. Tuvieron tanto éxito, que desde entonces se realizan de forma periódica.

Emiratos Árabes Unidos: Innovación en medio del desierto
La escasez de agua ha llevado a este país a invertir fuertemente en la siembra de nubes, con un enfoque innovador en busca de soluciones para un clima árido. ¡Hasta están utilizando drones para intentar estimular la ocurrencia de lluvia!

Argentina: Pionera en la lucha contra el granizo
Argentina ha sido uno de los países pioneros en Sudamérica en la utilización de la siembra de nubes, aunque con un enfoque particular: la mitigación del granizo. De esta forma buscan reducir el tamaño y la intensidad de las tormentas que los generan, ya que pueden dañar significativamente los cultivos. Para esto, se utilizan radares meteorológicos como apoyo en estas operaciones.

Chile: Buscando soluciones para la sequía

En nuestro país han existido diversos proyectos desde la década de 1980. Uno de los más conocidos fue el desarrollado el año 2013 en las regiones de Atacama, Coquimbo, Valparaíso y O’Higgins, el cual no obtuvo resultados suficientes para continuar con la inversión. Esta experiencia se suma a otras en las que la evidencia científica no ha sido concluyente, puesto que diversos estudios han demostrado que, en la mayoría de los casos, la técnica no ha logrado aumentar las lluvias de forma comprobable en el país.

Avión liberando AgI. Fuente: OMM.

En el último tiempo, ha resurgido el término “siembra de nubes”, debido a la prolongada sequía que afecta a gran parte de nuestro territorio, especialmente la zona central. En este contexto, recientemente se ha realizado una experiencia piloto en el Valle del Elqui, región de Coquimbo, la cual ha sido monitoreada por el CEAZA (Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas). Los primeros resultados del monitoreo subrayan la necesidad de datos meteorológicos detallados y la importancia de comprender las características de las nubes para la siembra. Se ha observado que la inestabilidad atmosférica no siempre garantiza el éxito de esta técnica, y el pronóstico por sí solo no es suficiente para evaluar su rendimiento. Dado que el piloto tuvo una corta duración, aún no es posible determinar si la siembra de nubes constituye una solución viable para aumentar la disponibilidad de agua.

En cuanto a los costos asociados, estos pueden ser significativos, y si los beneficios en términos de aumento real y sostenido de las precipitaciones resultan modestos, surge la discusión sobre la rentabilidad de esta inversión en comparación con otras estrategias de gestión hídrica.

En definitiva, si bien la siembra de nubes representa un fascinante intento por influir en los patrones climáticos y mitigar la escasez hídrica, su aplicación y eficacia real aún se encuentran rodeadas de una considerable incertidumbre, demandando mayor conocimiento e investigación antes de considerarla una solución definitiva, por lo que tenemos que seguir atentas/os a la variabilidad natural del clima.

 

Escrito por: Manuel Olivares Vasconcelo. Editora: Tamara Venegas Yurazeck. Figuras: Álvaro Constanzo Gatica Periodista: Paz Galindo Navarro.

 

Referencias

Análisis CR2 | Efectividad de la siembra de nubes. https://www.cr2.cl/analisis-cr2-efectividad-de-la-siembra-de-nubes/

Benjamini, Y., Givati, A., Khain, P., Levi, Y., Rosenfeld, D., Shamir, U., Siegel, A., Zipori, A., Ziv, B. & Steinberg, D. M. (2023). The Israel 4 Cloud Seeding Experiment: Primary Results. Journal of Applied Meteorology and Climatology, 62(3), 317–327.

Medina-García, Guillermo, Echavarría-Chairez, Francisco G., Díaz-Padilla, Gabriel, Ruiz-Corral, José Ariel, Soria-Ruiz, Jesús, & Sánchez-Cohen, Ignacio. (2014). Inducción de lluvia mediante sembrado de nubes con yoduro de plata en la región norte-centro de México en la temporada de lluvia 2012. Revista mexicana de ciencias agrícolas, 5(spe10), 1951-1962. Recuperado en 23 de abril de 2025, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-09342014001401951&lng=es&tlng=es.

OMM | Mitigación del cambio climático mediante la modificación del clima: la siembra de nubes como estudio de caso global.  https://wmo.int/events/cop-event-science-climate-action-pavilion/climate-change-mitigation-through-weather-modification-cloud-seeding-global-case-study

Vonnegut, B. (1947). The nucleation of ice formation by silver iodide. Journal of Applied Physics, 18, 593–595.

 

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