Incendios invernales en California, Estados Unidos

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La semana recién pasada estuvo marcada por incendios que afectaron gravemente a algunas zonas de la llamada “capital de los sueños”Los Ángeles, California, Estados Unidos. Si bien, todos los años escuchamos de grandes incendios forestales en este Estado, esta vez llamó especialmente la atención debido a que no ocurrió en temporada de verano, sino que en pleno invierno, estación del año asociada a condiciones más bien húmedas y en donde se dan las mayores concentraciones de precipitaciones a nivel anual. Entonces, ¿Qué desencadenó este feroz incendio?. Acá te lo contamos.

Fuente: BBC News Mundo.

Durante aproximadamente cinco días, Los Ángeles se ha visto afectada por los incendios considerados como “los más devastadores” de la historia de la ciudad, dejando cerca de 16 fallecidos, algunos desaparecidos y miles de personas sin hogar, quemando comunidades enteras. Lo que resulta especialmente sorprendente es que este desastre haya ocurrido en invierno, una temporada en la que generalmente no se esperan incendios de esta magnitud. Al igual que en nuestro país, Los Ángeles comparte un ciclo de precipitaciones similar, donde los veranos secos son los principales responsables de estos fenómenos. Por lo anterior, surge una interrogante clave, ¿Qué condiciones favorecieron el desarrollo y la rápida propagación de estos incendios durante una época del año que, en teoría, debería ser menos propensa a ellos?

En muchos medios ha aparecido el término “whiplash” o “latigazo hidroclimático” como parte de la explicación sobre lo que habría facilitado la ocurrencia y propagación de estos incendios, lo que se refiere a un cambio drástico en las condiciones asociadas a las precipitaciones en una zona, algo que habría sucedido últimamente en California, ya que luego de que se presentaran dos temporadas invernales con lluvias y nevadas récord (2022-2023 y 2023-2024), ahora se encuentran bajo una temporada de lluvias que está siendo históricamente seca, sin precipitaciones desde el mes de julio 2024, y posterior a un verano particularmente cálido, que secó gran parte de la abundante vegetación que había crecido posterior a las dos temporadas húmedas, convirtiéndola en una gran cantidad de combustible seco, facilitando el crecimiento y la rápida propagación de estos incendios.

Fotografías del antes (lado izquierdo) y el después (lado derecho) de los incendios. En la parte superior se puede ver un suburbio de Los Ángeles, y en la inferior a Malibú. Fotografías satelitales de empresa Maxar.

Por otra parte, durante estos días han estado presente los vientos de Santa Ana, los cuales llegaron hasta intensidades de 160 km/h, considerándose huracanados, dificultando e incluso imposibilitando la labor de bomberos para controlar estos incendios. Estos vientos se produjeron debido a una alta presión ubicada hacia el Este, especialmente sobre los estados de Nevada y Utah, y una baja presión frente a las costas de California, patrón que, debido al gradiente/diferencia de presión, genera un flujo de viento de Este a Oeste, el cual hace que estas masas de aire que se mueven en dirección a la costa, al tener que pasar y descender por una cadena montañosa ubicada al Este de Los Ángeles, se sequen y calienten, generando un aumento importante de las temperaturas en la zona afectada. Estas condiciones hicieron que cualquier chispa se convirtiese en un elemento de ignición altamente destructivo. Este fenómeno no nos resulta ajeno, ya que también ocurre en Chile, aunque con nombres distintos según la región. Mientras en las regiones de Coquimbo y Atacama se le conoce como viento Terral, en el Cajón del Maipo (o la región Metropolitana) se le llama viento Raco, y en el sur, particularmente en las regiones del Biobío y La Araucanía, se le denomina viento Puelche. Para más detalle pinchar aquí.

Esquema de la generación de vientos de Santa Ana en California, Estados Unidos. Estos ocurren entre los meses de septiembre y mayo.

Como pueden ver, el hecho de estar en pleno invierno no fue un impedimento para la ocurrencia de este tipo de desastres, y mucho menos para que tuvieran una magnitud pocas veces vista. Esto nos deja una importante lección: no debemos confiarnos, sino mantenernos siempre alerta, siendo cuidadosos con nuestro entorno y tomando las precauciones y recomendaciones necesarias para prevenir estos eventos. ¡Nos leemos en la próxima publicación!

 

Escrito por: Manuel Olivares Vasconcelo. Editor: Juan Crespo Fuentes. Periodista: Paz Galindo.

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